Supongamos que tenemos una memoria USB con cosas dentro que queremos recuperar y falla, el equipo no lee lo que tiene. Antes de desesperar, hay una opción que a nosotros nos ha funcionado. OJO, hay que tener cuidado no vayamos a hacer una picia.
Lo primero, formateamos (sí, formateamos) la memoria (un formateo rápido). La extraemos luego con seguridad. AHora mismo la memoria ya funciona pero está vacía. O eso parece.
Luego descargamos Testdisk & Photorec (de su página). Es gratuito, de código abierto y multiplataforma (Windows, linux, Mac OS). En debian 13 lo tenemos en los repositorios, basta con escribir en la terminal "apt install testdisk". Comprende dos programas, Testdisk y Photorec, que es el que vamos a utilzar.
Antes de iniciarlo vamos al explorador de archivos y creamos una carpeta nueva que es donde se nos van a guardar los archivos recuperados. La llamaremos como queramos, pero hay que acordarse luego de qué nombre le hemos puesto.
Conectamos la memoria y abrimos desde la línea de comandos el programa escribiendo Photorec
Photorec viene en inglés, pero no es muy complicado de seguir. Hay que seleccionar la unidad USB, que en este caso, en Debian, es dev/sdb (de 29 Gb). (Esto es sencillo de ver, si fuera la otra (dev/sda, de 250 Gb), sería el disco duro, no puede ser). En Windows ya sabéis que las unidades se llaman con letras, ej, D:, E:, F:... Hay que mirar primero cuál es nuestro USB.
Una vez seleccionada picamos en Proceed (la opción Quit, que siempre va a estar disponible, te lleva a la pantalla anterior, por si en algún momento tenemos dudas).
Luego nos va a preguntar en dónde queremos que guarde los archivos que va a recuperar, y le indicaremos la carpeta que hemos creado antes (en nuestro caso es se llamaba "0 Debian 13"). Y ya solo esperar un rato. Como se ve en la imagen siguiente, Photorec está trabajando, ha encontrado ya unos cuantos archivos (los va listando según su extensión: 126 elf, 25 gz, 18 txt, etc) y prevé terminar en unos 24 minutos.
En cualquier momento podemos ir a la carpeta que hemos creado antes y ver cómo van apareciendo los archivos, que si bien tienen los nombres cambiados conservan su extensión.
Cuando queramos podemos incluso parar el proceso picando en Stop si ya hemos recuperado lo que nos interesaba (como fue nuestro caso).
Todo esto funciona así de bien porque la memoria, claro, estaba estropeada de esa manera, es decir, por haberse desconectado mal, o por algún error menos grave, claro. Si se ha caído al mar o la ha atropellado un tren de la FEVE igual ya no hay nada que hacer. En nuestro caso habíamos intentado antes otra idea, que no había funcionado (pero que otras veces sí).
Y ya estaría.
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